Praga ciudad de cuentos de hadas, la más bella de Europa, la ciudad de oro, de piedra y de las cien torres. ¿Cuántas frases elaboradas? ¿Cuántos le han admirado a través de los siglos? Incalculables las miradas que han quedado absortas contemplando mil años de historia y arquitectura, desde que se fundó el clásico y monumental Castillo de Praga hasta la irreverencia de su arte contemporáneo simbolizado por el controversial David Cerny.
Decía Kafka, ”La historia de los hombres es un instante entre dos pasos de un caminante”. En Praga, la ciudad que le vio nacer, pude comprobar la certeza de esta frase caminando por sus calles adoquinadas donde coexisten todos los modelos arquitectónicos europeos: torres y catedrales góticas, rotondas romanas, palacios, sinagogas judías, iglesias barrocas, monumentos cubistas y modernistas.
La mayor cantidad de sus construcciones históricas se extienden hacia ambos lados del río Moldava, agrupadas en seis áreas que antiguamente fueron ciudades independientes y se unificaron en el siglo XVIII: Staré Mesto o Ciudad Vieja, Josefov, la antigua Ciudad Judía que ahora es parte de la Ciudad Vieja, Nové Mesto o Ciudad Nueva, Malá Strana o Barrio Pequeńo, Hradcany y Vysehrad. Conforman un conjunto arquitectónico declarado Patrimonio Cultural y Natural de la UNESCO.
El aroma ahumeado entre diseños geométricos
Praga tiene tantos rostros que se me hizo una ciudad confusa. Me eclipsaron las calles adoquinadas con diferentes diseños geométricos en cada uno de sus barrios. El aroma ahumado que impregna la Plaza de la Ciudad Vieja. El ruido ensordecedor de las hordas de turistas que cada hora se detienen con un silencio inexplicable a contemplar el famoso reloj astronómico del Ayuntamiento.
Las estatuas del puente de Carlos revestidas por el desgastado color de sus años. La Torre de la Pólvora, lejos de parecer un antiguo almacén de pólvora, parece haber sido vaciada sobre ella para cubrirla por siempre. El interior polvoriento del castillo, raído, detenido en el tiempo. Las diminutas y claustrofóbicas casas de artesanos en el Callejón Dorado, allí donde vivieron los dichosos vecinos del número 22, el de Franz Kafka.
Las pacíficas aguas del río Moldava que hace 12 años inundaron la ciudad dejando la huella de su furiosa crecida. La fachada de la Casa Municipal, una tímida muestra para invitar al asombro con su decoración interior. El laberíntico barrio judío donde se pasean judíos ortodoxos luciendo sus trajes, protegiendo sus sombreros de la lluvia cubriéndolos con bolsas.
Hay muchísimo que ver y entendí que debía conocer la historia de Praga para comprender sus símbolos y sus personajes. Pasó de ser confusa a ser retadora, sus esculturas, calles y monumentos me planteaban interrogantes. Cuando vi la cruz incrustada en la acera cerca de la Plaza de San Wenceslao, justo a la salida del Museo Nacional, quise saber que simbolizaba pero no había una placa informativa.
Descubrí la historia de Jan Palach, un joven estudiante que se suicidó inmolándose en ese lugar en el año 1969 como protesta contra la invasión del régimen comunista que silenció la Primavera de Praga el año anterior, un intento fallido por liberalizar este modelo opresor. En 1989, cuando se derrotó el comunismo, fue colocada la cruz de bronce para rendir homenaje a este joven como símbolo de tantas vidas perdidas en protestas contra el régimen.
En el Pasaje Lucerna, la estatua de San Wenceslao sobre la panza de un caballo patas arriba, me dejó intrigada, por curiosidad conocí la vida y obra del artista checo David Cerny, controversial, original, irreverente, creador imparable, expone su arte en Praga y el resto del mundo.
Comenzó a dejar huella desde el año 1991, cuando pintó de rosa un tanque de guerra ruso que simbolizaba la liberación de Checoslovaquia por los soviéticos en la Segunda Guerra Mundial, fue arrestado por desobediencia civil. En el 2009, escandalizó la opinión pública con su obra Entropa, una creación con motivo de la presidencia de la República Checa en la Unión Europea.
La ciudad de los cien rostros
Cerny representó los 27 estados miembros mediante estereotipos para demostrar la diversidad cultural europea y el sentido del humor que hace falta para reírse de sí mismo. Fingió la identidad de los 27 artistas de cada país que debieron participar en la obra según el encargo original transgrediendo todos los formalismos y compromisos con una exhibición que causó conflictos diplomáticos con una Bulgaria mostrada como inodoro.
Praga es ciudad de cien rostros, los de sus héroes, artistas, escritores, pobladores, reyes, revolucionarios, todos han ido dejando huella en cada barrio.
En esencia, podría decir que todas sus construcciones se han concebido con la idea de convertirse en íconos para dar de qué hablar al resto del mundo. Una ciudad que vive para ser protagonista de la historia mundial. Su castillo tiene el récord Guinness como el más grande y antiguo que se mantiene en pie desde hace más de mil años. La Casa de la Madre Negra de Dios es pionera de la arquitectura cubista. La Casa Danzante, ícono mundial de la arquitectura modernista checa después del año 1989. La Universidad Carolina, es la más antigua de Europa Central y Oriental.
Praga también se apropió de grandes símbolos de otros países, en la isla de Kampa se encuentra el muro dedicado a John Lennon, donde aún vive su espíritu pacifista. Hasta tiene su propia réplica en miniatura de la torre Eiffel, la torre Petrín.
Un viaje a Praga es un viaje literario, artístico, histórico, confuso y desafiante. Cuando creas que ha terminado el viaje, es cuando apenas está por comenzar.
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