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martes, noviembre 19, 2024
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Alexander Von Humboldt, el viajero científico

Ahora que hemos estado la mayor parte de este año confinados y con viajes postpandémicos, es inevitable dar un vistazo a esos viajes del pasado. Como si intentaramos encontrar la raíz del movimiento o saber de dónde vienen esas ganas de descifrar paisajes, de contar historias.

No podemos movernos con la libertad que queremos. Pero podemos recordar a esos que dejaron el puerto seguro. A esos que se fueron, por años, a buscar el mundo.Como fue el caso de Alexander Von Humboldt.

Alexander Von Humboldt, un científico alemán que recorrió mi país, Venezuela, es uno de esos viajeros a los que hay que recordar. Él hizo importantes anotaciones que nos hacen entender cómo interactúa el planeta hoy en día.

Las aventuras de Humboldt y Bonpland en Venezuela

Alexander von Humboldt y Bonpland, en la selva amazónica del río Casiquiare (óleo de Eduard Ender, hacia 1850).
Alexander von Humboldt y Bonpland, en la selva amazónica del río Casiquiare (óleo de Eduard Ender, hacia 1850).

El nombre de Humboldt siempre ha retumbado durante los recorridos que he hecho en el país. Pero nunca me había tomado el tiempo para entender su aporte, ni su historia. 

Ante mi imposibilidad de viajar, bien me hace refugiarme en los libros. En historias ajenas, en viajes largos sin fecha de retorno, en la curiosidad innata de ver y anotar, de crear cambios, de dejar huella.

Esta es la historia que me sé.

El científico alemán Alexander Von Humboldt realizó un viaje de 16 meses por Venezuela junto a su amigo, el botánico Aimé Bonpland. Desde muy pequeño sintió inquietud por la astronomía, pero también por los suelos, los cambios climáticos, los idiomas y por otras culturas. 

Alexander Von Humboldt y sus 16 meses por Venezuela 

Babelia dedicó una de sus portadas a Alexander von Hum­boldt.
Babelia dedicó una de sus portadas a Alexander von Hum­boldt.

Era un aventurero nato. Un ávido observador de la naturaleza y por eso no era de extrañar que decidiera embarcarse en largas travesías. Largas, muy largas para realizar sus investigaciones, pero también para saciar su curiosidad por el mundo.

¡Qué tiempos aquellos! Los largos, largos viajes

A principios del año 1799 obtuvo los permisos de la Corona Española para realizar un viaje científico que lo llevaría por primera vez a América. Y para ello lo acompañó Bonpland con quien ya había trabajado previamente, pero sobre todo porque los unía una bonita amistad. 

Desde Berlín -ciudad natal de Alexander Von Humboldt – viajaron a Tenerife y desde allí zarparon, llenos de expectativas a un viaje único. Juntos hicieron de la observación grandes aportaciones para la ciencia, explorando paisajes con asombro, curiosidad y mucha, mucha contemplación.

Antes de iniciar esta aventura, en su mapa había otros destinos posibles. Sin embargo, un giro en los planes hizo que finalmente se concentrara en esa travesía. Y así cruzar el Atlántico y desembarcar en tierra americana el tiempo que fuese necesario. 

El gran viaje de Humboldt y Bonpland

El viaje de Humboldt y Bonpland por América duró ¡cinco años!. Y aunque el primer destino de su itinerario era La Habana, Cuba, un brote de fiebre tifoidea que se regó por todo el barco cambió los planes.

Eso los hizo desembarcar en el país más cercano: Venezuela

Llegaron a la ciudad de Cumaná. La idea era quedarse en tierra firme al menos un año para evitar algún tipo de contagio. Pero en una de las tantas anotaciones que Humboldt hizo durante su viaje, se lee:

 “la resolución que tomamos en la noche del 14 al 15 de julio tuvo una influencia feliz en la dirección de nuestros viajes (…) nos hubiera dado pena desembarcar en Cumaná (…) sin penetrar en el interior de un país tan poco visitado por los naturalistas”.  

Alexander Von Humboldt

Así Humboldt y Bonpland fueron recibidos con curiosidad junto a sus pesados equipos de trabajo. Llegaron con telescopios, microscopios y demás instrumentos de medición que muchas veces llevaban sobre mulas o incluso, a pie, para recorrer largas distancias. 

¿Te imaginas la impresión de semejante equipo en esos tiempos? 

En Cumaná, Alexander Von Humboldt observó el cielo mientras ocurría un eclipse de sol. Sus anotaciones fueron un importante aporte astronómico, pues ningún otro científico los había estudiado con tanto detalle

También dedicó tiempo a los movimientos sísmicos. Había ocurrido un terremoto recientemente en la zona y se dedicó a explorar cómo cambiaba la temperatura de los suelos y sus dimensiones. 

Estos fenómenos naturales que ya hoy entendemos cómo ocurren, no tenían explicación científica alguna para la época. Por eso todo lo que Humboldt decidía anotar en su libreta provenía de su absoluta curiosidad. Y de las ganas de darle sentido y nombre a lo que se iba encontrando en el camino. 

Humboldt nunca pensó que su exploración por Venezuela. Al igual que en el resto de países de América por los que viajó, sentaría las bases de posteriores investigaciones científicas.

Confirmarían lo que él ya había visto con sus propios ojos.  

De Cumaná siguió al Golfo de Cariaco y a la Península de Araya, aún al oriente de Venezuela. Hasta que llegó al valle de Caripe, en el estado Monagas, para convivir con los indios Chaimas y mirar de cerca su comportamiento. 

¡Qué viaje y cuánta curiosidad… científica! 

Humboldt y el pájaro aceitoso del Caribe

Cueva del Guácharo (1874) por Ferdinand Bellermann
Cueva del Guácharo (1874) por Ferdinand Bellermann

Fue en el pueblo de Caribe donde Humboldt escuchó sobre una cueva que no había sido estudiada científicamente.

Le parecía increíble que un sitio con más de 10 km de extensión no hubiera despertado la curiosidad de nadie.

Acompañado de unos frailes y algunos indios, entró. Pero en una parte del trayecto, lo dejaron seguir solo con Bonpland. Los nativos aseguraban que en las profundidades de la cueva habitaban sus antepasados.

Aunque Humboldt solo se adentró casi 500 metros, fue suficiente para estudiar con detenimiento al pájaro que habitaba la cueva: el guácharo.

Fue él quien le dio al pájaro su nombre científico: Steatornis caripensis, que significa: “pájaro aceitoso del Caripe”. Por una sustancia que tiene el animal en sus patas.

A pesar de la gran extensión de la Cueva del Guácharo, solo 1500 km están habilitados para ser visitados. Y así poder entender la naturaleza del guácharo y la vida dentro de este espacio encerrado. 

El aporte del científico alemán fue tan importante, que 150 años después de su exploración fue declarada “Monumento Natural de Alejandro de Humboldt”.

Quizá esa sea la razón por la que este espacio natural es hoy en día punto de referencia para turistas y curiosos con ánimos de aventura. 

Del oriente venezolano hasta Caracas, la capital

Desde Monagas y solo por la gran distancia que lo separaba de Caracas, Humboldt y Bonpland navegaron hasta el puerto de La Guaira. Lo hicieron por varios días y luego, llegaron a la capital en mula. 

Caracas, una ciudad de apenas 40 mil habitantes sorprendió a Humboldt. Un valle que se extendía a los pies de una gran montaña: El Ávila.

Pero también se dejó seducir por el aire cosmopolita y elegante del caraqueño que lo recibió con entusiasmo y mucho interés. 

Para ese entonces, ya había llegado a la capital el rumor de que un científico andaba viajando por el país. Uno que hacía anotaciones, hablando con la gente y llevando instrumentos rarísimos consigo. 

Sigo imaginándome el impacto que causó aquellos equipos en aquellos tiempos. 

Pero la curiosidad viajera también se contagió con los locales. Poco a poco le llovieron invitaciones a cenas. Celebraciones de la alta sociedad que estaba regocijada con la presencia de Humboldt y su amigo, Bonpland.

Una vez allí, Alexander Von Humboldt se empeñó en alcanzar la cima de la Silla de Caracas. En esa montaña que tanta curiosidad – más curiosidad- le causaba precisamente porque, así como le pasó con la cueva. Él no entendía porque nadie había tenido el interés de estudiarla con detenimiento.

No fue hasta el segundo día del año 1800 cuando por fin comenzó a ascender acompañado de Bonpland. La travesía, que duró casi 15 horas, fue solo completada por los dos amigos aventureros, quienes fueron recopilando información de su interés. Porque los demás se rindieron por el cansancio. 

Permanecieron dos meses y medio en Caracas, estudiando la superficie, las plantas y el cielo.

Todo ese registro minucioso, no tan solo en la capital sino en todo su paso por el país, los llevó a recopilar más de 6 mil plantas. Y describieron más de 3 mil especies desconocidas hasta entonces. 

El viaje de Humboldt al centro de Venezuela

De Caracas, Humboldt quiso ir a los llanos centrales.

Pero primero, pasó por los Valles de Aragua y sus grandes montañas. Llegó a los pueblos de La Victoria, Turmero y las ciudades de Maracay, Valencia y Puerto Cabello. Estudió las aguas termales y otros fenómenos en las montañas. 

Fue Humboldt el que explicó, por primera vez, la relación entre la agricultura y el cambio climático cuando exploraba la región del Lago de Valencia.

Después de recorrer las montañas, siguió entonces a los llanos y estudió con detenimiento la anguila eléctrica, conocida también como el “temblador de los llanos”. Se enfocó en observar cómo ocurría la descarga eléctrica del animal para poder explicar otros fenómenos. 

En sus anotaciones narra con especial detalle cómo varios caballos, guiados por los llaneros, encontraron la muerte impactados por las descargas eléctricas, mientras intentaban llamar la atención de las anguilas para que pudieran cazarlas.

Le pareció cruel, pero necesario. 

Humboldt y su expedición por el río Orinoco

El último retrato de Alexander von Humboldt de Julius Schrader (1859). A los pies del Chimborazo.
El último retrato de Alexander von Humboldt de Julius Schrader (1859). A los pies del Chimborazo.

Desde los llanos centrales venezolanos, Humboldt comenzó una expedición por el río Orinoco, uno de los principales ríos del país.

Recorrió junto a Bonpland 2.500 km durante 74 días. Tiempo en el que recolectaron cientos de especies de plantas que no habían sido estudiadas por la ciencia. 

Alexander Von Humboldt se empeñó en demostrar la existencia científica del canal de Casiquiare.

Un brazo de agua de unos 300 km que conecta al río Orinoco con el río Amazonas y supo que la única manera de hacerlo era navegando por esas aguas hasta tener evidencia de la conexión. 

Así que aunque el interés de Humboldt siempre estuvo guiado por la ciencia, no se puede negar su ánimo de viajero aventurero. Un viajero científico del que va sin prisas abarcando los paisajes.   

De su recorrido por el río Orinoco y su exploración del Casiquiare, Humboldt hizo grandes aportes. Fue el primero en trazar mapas climáticos. Contribuyó con la cartografía moderna al levantar mapas físicos con minuciosos detalles de los lugares que iba recorriendo.Incluyendo formaciones vegetales y puntos de observación astronómica.

Y es que Humboldt se esmeró en estudiar la flora. Pero también la fauna, los minerales, los ríos, los suelos. Los fenómenos naturales y las tribus en un paisaje que lo tenía constantemente sorprendido y conmovido por la belleza natural; pero también por el trato de la gente que siempre describió como amable y cercano. 

Revisando su historia, me he embarcado en un viaje científico que me acerca más a los paisajes de mi país. El pasado siempre nos hace mirar en perspectiva, entender lo que somos para seguir construyendo el ahora.

Y aunque mis intenciones viajeras distan absolutamente de las de Humboldt y Bonpland. Tenemos en común la curiosidad de abarcar caminos, de anotar para trascender. O intentarlo. 

Alexander Von Humboldt y su despedida de Venezuela

Tras la travesía por el río Orinoco, Humboldt comienza a buscar el regreso. Así llega a Angostura –hoy Ciudad Bolívar- al sur de Venezuela y sube a los llanos orientales para llegar nuevamente a Cumaná. Allí se despide de Venezuela y se embarca hacia Cuba el 24 de noviembre de 1800. 

Antes de volver a Europa en 1804, Humboldt y Bonpland viajaron también por Colombia, Ecuador, Perú, México y parte de Estados Unidos.

Aunque tuvo otras aventuras, nunca más regresó a América.

Parece increíble, pero Alexander Von Humboldt se estableció en París. Y desde all y dedicó muchos años -entre 1804 y 1827- en organizar y publicar el material de su expedición en 30 volúmenes. “Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente” y del que aún hoy se pueden conseguir algunos tomos en plataformas digitales.

Esa es la razón por la que sus expediciones eran más cortas y cercanas a su sitio de residencia. 

En su interés por describir científicamente el planeta como un organismo vivo que se relaciona e influye entre sí, Humboldt quiso dejar claro que la poesía y la ciencia eran necesarias para poder entender al mundo y contarlo.

No me queda duda.

Todo lo que decidimos recordar tiene, al menos en nuestra memoria, un toque poético.

Por eso los viajeros dejamos registro, porque en el fondo anhelamos que esas anotaciones generen algún cambio, un impulso, una historia que trascienda.   

Adriana Herrera
Periodista de viajes, venezolana. Intento escribir crónicas, relatos y hacer fotos. Viajo sin prisa.
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