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jueves, diciembre 12, 2024
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La Torre Latinoamericana: el rascacielos de México

Ah, la Torre Latinoamericana, cariñosamente conocida como la Torre Latino. No es solo otro edificio en el cielo de la Ciudad de México; es una leyenda viva en el corazón palpitante de una metrópolis que nunca duerme. Imagínate parado en el cruce de Madero y Eje Central, donde el bullicio de la ciudad te envuelve. Aquí, entre historias de antaño y el frenesí moderno, se erige orgullosa la Torre Latinoamericana. No es la más alta ni la más nueva, pero, vaya, tiene historias que contar.

Piénsalo: cuando se inauguró hace más de medio siglo, era la reina del horizonte. Por años, nadie le robó el spotlight. Y aunque hoy en día hay gigantes más altos, la Torre Latino sigue siendo especial. Desde su mirador, la ciudad se despliega como un tapete caótico y vibrante. Ahí arriba, en el piso 44, el tiempo se detiene. La vista es un recordatorio de todo lo que ha soportado: sismos que harían temblar a cualquiera, pero a ella, la encuentras firme, desafiante.

Un viaje en el tiempo con la Torre Latino

Panorama de la Ciudad de México tras el terremoto del 19 de septiembre. ESPECIAL/UNAM

La historia cuenta que fue el primer rascacielos en bailar con los temblores, gracias a la mente maestra del arquitecto Augusto H. Álvarez y su revolucionaria cimentación. Imagina eso: un coloso que «flota», capaz de mecerse sin caer. Resistió el embate de terremotos que dejaron cicatrices en la ciudad, pero la Torre Latino se mantuvo de pie, orgullosa y segura.

Y dentro, oh, dentro hay todo un mundo. Sube al piso 37 y encuentra una cafetería que parece suspenderse en el aire. Un piso arriba, un museo narra la evolución de este ícono y su ciudad. Cada rincón tiene una historia, cada ventana ofrece una nueva perspectiva de la metrópoli.

Pero más allá de ser una maravilla arquitectónica y un refugio seguro ante los caprichos de la tierra, la Torre Latino es un símbolo. Es testigo de la transformación de una ciudad, de su gente, de su espíritu indomable. Es un punto de encuentro, un faro que guía a los perdidos y un recordatorio de que, en medio del caos, hay estructuras, hay historias, hay vida que perdura.

Muchas vistas pero muchas más anécdotas

Vistas de la Ciudad de México donde se puede apreciar a la Torre Latinoamericana | Foto: Davis Arenas

Esto es más que una joya arquitectónica; la Torre Latinoamericana también ha sido escenario de momentos culturales y sociales únicos. Artistas de la talla de Diego Rivera y Frida Kahlo fueron vistos admirando la vista panorámica de la ciudad, buscando inspiración en el horizonte urbano de la capital. Políticos como Adolfo López Mateos, presidente de México en los años 60, eligieron este emblemático edificio para encuentros diplomáticos, destacando su importancia como símbolo de modernidad y progreso.

Entre los detalles que hacen única a la Torre, destaca el hecho de haber sido escenario de varias películas mexicanas clásicas de la época dorada del cine mexicano, sirviendo como telón de fondo en cintas protagonizadas por íconos como María Félix y Pedro Infante, quienes subieron a su mirador para rodar escenas que quedarían para la posteridad. La torre también ha sido mencionada en numerosas obras literarias, como en los textos de Carlos Fuentes, quien la describió como un «faro de civilización en medio del caos de la ciudad».

Una curiosidad técnica fascinante es que, en el momento de su construcción, la Torre Latinoamericana fue considerada una maravilla de la ingeniería, no solo por su resistencia sísmica sino también por ser uno de los primeros edificios en el mundo en contar con vidrios polarizados en su fachada, una innovación que contribuyó a su icónica estética. Además, su sistema de iluminación nocturna fue diseñado para servir como un faro urbano, orientando a los habitantes y visitantes de la Ciudad de México.

También hay que contar que la Torre ha sido punto de partida para diversas manifestaciones culturales y sociales, desde marchas políticas hasta celebraciones artísticas, demostrando su papel como un espacio de reunión central en la vida pública de la ciudad. Y para aquellos aficionados a los fenómenos paranormales, circulan leyendas urbanas que narran avistamientos de figuras fantasmales en los pasillos menos transitados del edificio, añadiendo un toque de misterio a su historia.

Arlene Bayliss
¡Ahorita Vengo! Eso dijo en su casa y no ha vuelto. De Tijuana en Barcelona. Comunicación y periodismo de viajes.
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