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Tres Aguas, a Toledo y a El Greco

El Greco no sólo pintaba figuras manieristas de caras alargadas y de aspecto fantasmal, como El entierro del conde de Orgaz, La Crucifixión o Inmaculada Concepción –que son las más conocidas y las que le daban de comer–, sino que también le gustaba plasmar paisajes en sus lienzos. La ciudad de Toledo acogió al pintor cretense como hijo adoptivo desde 1577 hasta su muerte, le catapultó a la fama (pues aquí creó sus primeras obras maestras), y también le regaló un entorno inspirador, marcado por la presencia del río Tajo, que no dejó pasar por alto.

El año pasado, 2014, se cumplía el cuarto centenario de la muerte de El Greco y la Ciudad Imperial lo celebró por todo lo alto. Además de exposiciones, talleres, conciertos, artes escénicas y otras muchas actividades, Toledo estrenó tres infraestructuras en honor a la ciudad y al pintor, enmarcadas en el proyecto Tres Aguas de la prestigiosa escultora y grabadora donostiarra Cristina Iglesias, quien eligió Toledo para su obra más ambiciosa, porque en esta ciudad “se dan las condiciones maravillosas de estratos culturales y con el Tajo, que la envuelve y da pie al diálogo”.

Tres Aguas comprende tres fuentes situadas en distintos puntos de la ciudad manchega, que guardan alguna relación con el agua: la Plaza del Ayuntamiento, el Convento de Santa Clara y la Torre del Agua. Siguiendo el mismo estilo que proyectó en las puertas del Museo del Prado, en Madrid, Cristina Iglesias ha trabajado bajo relieves de acero patinado hasta conseguir un conglomerado de raíces que parecen tan reales como el agua que las acompaña en un constante ascenso y descenso, permitiendo admirar cada detalle de las obras. Parece que estamos ante el lecho de un antiguo río cubierto por la maleza.

La fuente de la Plaza del Ayuntamiento es la más grande y la única que se encuentra al aire libre │Fotografía: Virginia Martínez
La fuente de la Plaza del Ayuntamiento es la más grande y la única que se encuentra al aire libre │Fotografía: Virginia Martínez

Tres espacios

En la Plaza del Ayuntamiento, una de las más concurridas de Toledo, se encuentra la fuente más grande y la única que está al aire libre. Se trata del corazón de la ciudad, flanqueado también por la Catedral de Santa María y el Palacio Arzobispal. Un espacio de gran trascendencia cívica y religiosa, pues antes de la catedral cristiana, estuvo la gran mezquita de Toledo, y posiblemente ésta sustituyera a la antigua catedral visigoda. Delante del Ayuntamiento se realizó un gran corte rectangular para colocar los bajo relieves que dan singularidad a la fuente. Sobre el agua se reflejan los majestuosos edificios de esta plaza, hasta que el líquido elemento desaparece por unos minutos.

En la parte norte de la ciudad, una puerta abierta en la plaza de Santo Domingo tira de la curiosidad del visitante, que no sabe lo que se va a encontrar. Sube casi a tientas por unas escaleras y desemboca en un espacio del Convento de Santa Clara, uno de los más antiguos de Toledo, pues data del siglo XIV. Aquí nos topamos con otra de las fuentes de Iglesias, más pequeña y en un ambiente de oscuridad y reflexión. El agua sigue la misma pauta que en la Plaza, pero ahora en uno de los puntos más altos de Toledo, y el agua emerge y desaparece con alguna diferencia de minutos. A la fuente le acompaña otro elemento, también creado por la escultora donostiarra: unas paredes de celosías que subrayan la sensación de interioridad.

La fuente del Convento de Santa Clara está acompañada por unas paredes de celosías, obra también de Cristina Iglesias │Fotografía: Virginia Martínez
La fuente del Convento de Santa Clara está acompañada por unas paredes de celosías, obra también de Cristina Iglesias │Fotografía: Virginia Martínez

Por último, la tercera fuente se ubica en la Torre del Agua, a las afueras de la ciudad, al noroeste del casco histórico. Está muy cerca del río Tajo, junto a la Fábrica de Armas en el siglo XVIIII, actual campus de la Universidad de Castilla-La Mancha en Toledo. Esta torre de estilo mudéjar fue utilizada como depósito de agua para generar electricidad hasta que cayó en desuso y estuvo en ruinas durante mucho tiempo. Gracias al proyecto Tres Aguas ha vuelto a cobrar vida y ahora alberga una obra de gran envergadura escultórica. La fuente ocupa, prácticamente, toda la primera planta, y el visitante puede subir por la escalera que la circunda para contemplarla desde arriba. Asimismo, el exterior del edificio incluye otra escalera similar, que permite subir al tejado y disfrutar de las vistas de las murallas, el Monasterio de San Juan de los Reyes y el río Tajo.

Virginia Martínez
Nació en Logroño pero vive en Tenerife desde los ocho años. Es graduada en Periodismo con un Máster en Periodismo de Viajes. A esta española curiosa e inquieta le gusta viajar con su cámara de fotos y libreta en mano, ya sea al otro lado del mundo o a la vuelta de la esquina.
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