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viernes, abril 19, 2024
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Bulgaria es un mapa mítico

Entre afiladas montañas de piedra caliza, gargantas atravesadas por enormes ríos, campos fértiles de flores, lagos glaciares y cuevas subterráneas, el paisaje de Bulgaria se nos presenta sólido y potente.

Si viajamos a Bulgaria, al sur, se eleva un macizo de piedra, que hace frontera con Grecia, al que llamamos las Ródopes. En estas montañas, sinuosas y anaranjadas en el otoño, se dice que nació el héroe Orfeo, donde vivió con su esposa Eurídice, y donde finalmente fue devorado por las Ménades. Ahora solo queda un vestigio: una tumba o santuario en la aldea de Tatul, donde todavía se conservan los restos megalíticos de aquella muerte. Este santuario es la prueba de cómo tratamos de explicar la naturaleza que nos rodea. Necesitamos hacer de ella algo que se asemeje a nosotros: le damos nombres humanos a los ríos, le atribuimos un carácter a las montañas y a los bosques y a las rocas y al cielo sin caer en cuenta de que de la naturaleza venimos y a ella regresamos. Es decir: si hay una eternidad, es ella quien la posee, y no nosotros.

Paisajes de Bulgaria 

Bulgaria cuenta con una notable diversidad, con un paisaje que va desde los picos nevados en las montañas de los Balcanes, Rila y Pirin, hasta la costa del mar Negro cálida y soleada. |Fotografías: Alexander Tour

Desde la antigüedad, los seres humanos nos relacionamos con el paisaje en términos poéticos. Esta tradición se observa sobre todo en Asia, donde el peso de la naturaleza es indiscutible en las culturas de todas las regiones. Pero aquí, en Bulgaria, también las montañas y los ríos llevan una impronta humana, nacida de los mitos y de las leyendas. Los nombres de la geografía remiten a dioses y a los personajes de las canciones folclóricas, como los montes Pirin, bellos y fríos como el dios del trueno y del relámpago, de quien toman su nombre. Un poco más al norte, se erigen también los montes Rila, en cuya cordillera se ubican multitud de lagos glaciares que bañan de agua  toda esta tierra fronteriza. De un mismo mito, en este caso, se ha dotado a todo un macizo de significado y de carácter: la joven y hermosa Rilka se enamora de un extraño forastero llamado Pirin, pero los padres de ella no consienten su casamiento y ellos huyen. De esa unión nacen Iskar y Mesta, dos niños a quienes gusta pelear. La madre, preocupada, pide a los dioses que los separe y estos escuchan, convirtiendo a Iskar en un río bullicioso que fluye hacia el norte, mientras que a Mesta la convierte en un río calmo que corre hacia el sur. Pirin, el padre, cuando vuelve de cazar, encuentra que sus hijos se han convertido en ríos y, petrificado, se convierte en montaña. Es su mujer, Rilka, quien le sigue. El rostro severo de Pirin todavía mira, desde la roca, a su mujer, montaña de agua.

La tierra como un ser vivo 

Bulgaria comprende partes de las antiguas regiones conocidas en la época clásica como Mesia, Tracia y Macedonia. Aproximadamente el 30% de la superficie se compone de llanuras, mientras que las colinas y mesetas representan el 41%. |Fotografías: Alexander Tour

Nos apropiamos del paisaje porque es inexplicable. No nos es evidente cómo se formaron los primeros ríos, ni podemos saber con certeza qué habita en el fondo más profundo de los mares, ni podemos tocar el magma que nutre la Tierra desde el centro. Todo lo que sabemos de la geografía es por mera observación. Entonces, para conquistarla y amigarnos con ella, la hacemos protagonista de nuestras historias, como si el paisaje y la orografía fueran por sí mismos personajes que pueden hablar, decir, caminar y relacionarse entre ellos. La Tierra, en la tradición búlgara, como en otras, está considerada un ser vivo en sí misma. Así las montañas, los ríos, lagos, las quebradas, los cañones, las cuevas, las aguas subterráneas son también pequeñas o enormes deidades a las que el ser humano rinde culto.

Bulgaria: ríos masculinos y ríos femeninos 

El país tiene una densa red de aproximadamente 540 ríos, la mayoría de ellos, con la notable excepción del Danubio, cortos y con niveles de agua de baja. |Fotografías: Alexander Tour

De los Balcanes hacia el sur, los ríos de Bulgaria tienen nombre de mujer y, hacia el norte, de hombre. Fueron nombrados, en ese fenómeno de geografía mitológica del que hablamos, a través de las leyendas que los antiguos pobladores han dejado: los tracios, creadores de templos y santuarios, los griegos y romanos, constructores de amplias carreteras y mitos sobre el mundo, y los otomanos, que trajeron consigo y dejaron al marcharse el Islam. Cada uno de estos pueblos llega a una tierra y deja insignias, imágenes y creencias que poco a poco van calando también en el paisaje. El poeta Georgi Konstantinov escribió, incluso, que del mismo modo que las personas se piensan cuando están separadas, los ríos del norte y del sur también se piensan, siempre tan distantes. Los dos principales que bañan el territorio son el río Iskar, que nace en los lagos glaciares de Rila, y recorre 368 km hacia el norte hasta desembocar en el Danubio, a cuestas con su virilidad, profundo y magnánimo. A su paso por los Balcanes (Stara Planina o “montaña antigua”, en búlgaro) el río atraviesa una garganta en piedra, acompañada desde mediados del siglo XX por las vías del tren. El cañón, a vista de pájaro, es maravilloso.

El otro gran río de Bulgaria es el Maritsa. De nuevo debemos acudir a las leyendas: la personificación de tres hermanas que corren raudas y que, debido a un hechizo, se convierten en río. La mayor es Maritsa, innavegable debido a su caudal veloz, en cuyas aguas confluyen sus hermanas más pequeñas, Tundzha y Arda. Las tres se acompañan a través de los valles fértiles de Bulgaria, bañando también Turquía, hasta su desembocadura en el Mar Egeo.

La Tierra, nos dicen los nombres que hemos escrito en los mapas y las canciones y leyendas, fue alguna vez el campo de juegos y venganzas de los dioses, que con sus hechizos, castigos y amores han llenando poco a poco de historias los paisajes y construyendo una identidad legendaria que hoy, tantos siglos después, nos seduce descubrir.

Esa geografía mítica que hoy descubrimos pervive aún, exuberante, en Bulgaria.

Marina Hernández
Periodista, escritora y viajera. Se ha especializado en crónica y ensayo sobre viajes y en escrituras del yo e imparte cursos de escritura de viajes desde Madrid.
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