Tulum es la imagen de una playa con un mar cristalino, de arena clara, una palmera y una hamaca bajo el sol del Caribe mexicano. Tulum es la postal que sintetiza la costa de Quintana Roo y del mundo maya en un punto de la geografía de México que va más allá de su belleza natural.
Aquí se encuentra una serie de sitios prehispánicos mayas que se extienden a lo largo de la costa oriental, frente al cruce de las aguas del Golfo de México y del Mar de las Antillas; el sitio tiene las mismas características arquitectónicas que corresponden al período postclásico Maya en vísperas de la conquista europea pero, cuenta con matices propios que lo hacen ser uno de los sitios más importante para el estudio y la contemplación de esta cultura, empezando porque son las únicas ruinas mayas frente al mar.
Está al suroeste de México, un país ubicado en el décimo cuarto lugar del mundo por su extensión territorial, que le aporta una variedad y diversidad no sólo natural, también social, económica y cultural. No por nada este país es el principal destino turístico de América Latina y dentro de los primeros quince del mundo. México es grande y con ello viene un país lleno de contrastes en los que se ve sin caminar mucho, la riqueza y la pobreza, el color y el blanco y negro, la sencillez y la opulencia.
Tulum es uno de los grandes atractivos de la Riviera Maya, es el segundo arrecife de coral más largo del mundo, es el presumir de los gobiernos que por aquí pasan, de los que aquí nacieron y se fueron o de los que aquí han encontrado una forma de vida; es la tierra para el turismo, los hoteles chic, los restaurantes ecológicos, los hostales eclécticos, las posadas boutique, la comida orgánica y una vida de mar que te hace moverte de un lugar a otro en bicicleta.
Las playas de Tulum
El mar son aguas tibias, alegres pero tranquilas; no te asustan, te invitan. Es de ese azul que lo asocias al paraíso, que te evoca paz y sosiego, cede a la contemplación de un amanecer o un atardecer y te deja disiparte en sus sonidos, en su propia luz y bajo sus propias pautas. El término naturaleza lo sientes, lo comprendes y lo vives. El mar de Tulum y sus playas son uno de esos lugares del mundo que incitan a perderse.
Ríos subterráneos y cenotes aportan aún más el atractivo natural que hace ideal el nadar, refrescarse y hacer snorkel, sobre todo en el Cenote Carwash, el Gran Cenote, el Cenote Calavera, el Cenote Zazil-Ha y el Cenote Cristal que, como si no fuera suficiente también son ideales para el buceo, una actividad que comenzó a proliferar en la zona a finales de los años setenta y que ha dejado al descubierto los cuatro sistemas de cavernas más largos del mundo, siendo el más extenso el “Ox Be Ha” que significa “Tres senderos de agua“, con 134 kilómetros de pasajes reconocidos y mapeados. ¿Se imaginan bucear estas aguas y lo que pueden encontrar de vida bajo el mar?
Se suman los arrecifes que forman parte del Sistema Arrecifal Mesoamericano, que se extiende sobre mil kilómetros a lo largo de la costa caribeña que abarca México, Belice, Guatemala y Honduras, el mayor arrecife de coral en el hemisferio occidental y el segundo más grande del mundo, con más de 65 especies de corales pétreos, 350 especies de moluscos y más de 500 especies de peces, es un refugio para especies protegidas o en peligro de extinción.
Estas playas también albergan al menos 70 hoteles, hostales, posadas y campings en la zona costera, se suman a otros 50 ubicados en el pueblo que no rebasa los treinta mil habitantes. Hasta mediados de los ochenta las playas de Quintana Roo eran muy poco frecuentadas, pero la franja costera ha desarrollado toda una infraestructura en la que predomina el extranjero, no sólo el que viene de visita sino el que está detrás del negocio, sobre todo de nacionalidad española, italiana, argentina y uruguaya.
El Tulum de los extranjeros
Lucca Pierre de 25 años nació en Verona, Italia y desde hace dos años vive en Tulum, en la posada ecológica Dos Ceibas, propiedad de su tía, también de origen italiano. Él tiene claro que a su patria no la verá pronto: “yo no quiero regresar, una vez que sales pasas a otra parte y yo no creo que regrese a Italia, está mejor aquí”.
Estuvo seis meses viviendo en Australia pero fue México y particularmente Tulum, la ciudad que le aportó el tipo de vida que hoy mantiene. “En Italia trabajé como administrador en una empresa, eso fue lo que estudié pero me di cuenta que no me gustaba, y ya había estado aquí en México hace como 10 años y luego mi tía me dijo que si quería venir y ayudarle aquí y aquí estoy, viviendo en Tulum, sin presión social, sin preocupaciones como las que tenía allá”.
Mariano Shafer, es un joven treintañero de origen argentino establecido aquí desde hace dos años y llegó como muchos, dice: “buscando un cambio de vida como casi todos los extranjeros que vivimos aquí, aquí la vida es sumamente simple, pacífica, sin estrés, el klakson de los coches se usa para saludar. Aquí te encuentras con gente de todo el mundo. Yo llegué a Cobá y empecé a trabajar ahí como recepcionista y luego me cambié a Tulum a trabajar en hoteles, la gente que se conoce es bellísima. Empecé a bucear y meterme cada vez más y ahora estoy terminando mi máster para trabajar en el buceo”
Paf de la Vega, de 55 años de edad y propietario de El Tábano que fue el primer restaurante que está cruzando la calle de la costa, el que apostó por un establecimiento en la selva y no a la orilla del mar ejercía de publicista en su natal Ciudad de México, llegó a Tulum por un mes y nunca regresó. “Empecé a trabajar en restaurantes, primero como lavaplatos, luego como mesero, pasé a ser masajista certificado, ofreciendo masajes suecos, masaje tailandés y así conocí a mi esposa con la que montamos este lugar desde hace seis años”. Laura Brea, su esposa, nació en Girona, España y vivió en San Francisco por diez años pero fue Tulum la que le hizo olvidar su máster en matemáticas y trabajar en un espacio gastronómico basado en la comida mexicana casera.
Los tres coincidieron en algo, la vida que ofrece Tulum es de playa, sin pretensiones ni preocupaciones y sin tanta prisa como en las grandes ciudades, pero también conscientes que aquí conviven pero no se mezclan dos culturas, la del nativo maya y la del resto.
“No se logran mezclar, son muy distintos. Por ejemplo: nosotros tomamos un vaso de vino comiendo y ellos se emborrachan, hemos tenido muchos problemas porque cuesta la comunicación y no por el idioma, sino por la diferencia cultural. Son muy sencillos, muy creyentes en su religión, hablan maya entre ellos y lo usan como un recurso para no comunicarse con el de fuera, en su casa a veces no tienen que comer pero tienen una pantalla de plasma”, dice Lucca, que trabaja con diez personas de origen maya en su posada.
Se trata de dos culturas que conviven en armonía, coexistiendo pero sin fusionarse, cada uno con su lengua, su forma de vivir el día a día, de gastar su tiempo y su dinero. Son los indígenas mayas los que en estos hoteles trabajan, recogen los escombros todas las mañanas de la playa y también dicen: “aquí estoy porque hay trabajo”. Antonio, originario del estado de Yucatán gana 1,400 pesos a la semana, cerca de 100 doláres que deben alcanzarle para mantener a su familia trabajando ocho horas diarias en la Zona Arqueológica de Tulum, desde las siete de la mañana hasta las cinco de la tarde. Al preguntarle sobre la fuerte presencia de extranjeros sólo comentó: “son los que tienen el dinero”.
El pueblo Tulum, el pueblo maya
La sangre maya aún corre por al menos cuatro y seis millones de nativos que siguen viviendo en el mismo lugar que sus antepasados, en México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador y, en Tulum es común en la zona centro y alejada de la costa, escuchar a los locales comunicarse en la lengua maya o entre bien, entre los trabajadores de los hoteles que al turista le pueden pasar desapercibidos porque no son los que atienden al cliente.
En el centro del municipio se ubica una iglesia Maya que todos los días realiza misas y rituales en una mezcla de religión católica y creencias de este grupo indígena que sigue practicando los rituales de sus antepasados.
Salir de las playas y de los hoteles boutique es codearse con los azules de Tulum, los contrastes de México. Mientras una noche de hotel puede costar 500 dólares, el pueblo cuenta con dos semáforos y uno de ellos no funciona; en las playas pasean hombres y mujeres de piel blanca y ojos claros, estadounidenses y europeos sobre todo y en el centro del municipio hombres y mujeres de piel morena y bajos de estatura, además la playa de los locales es otra zona. Tulum es un ejemplo del mosaico del país, sus discrepancias y también incongruencias. Se venden paquetes turísticos que pueden llegar a rebasar los mil dólares por llegar a un municipio que se considera endeudado económicamente e incapaz de cubrir las necesidades básicas de su población.
En 2012 por segundo año consecutivo Tulum desplazó a Chichén Itza como destino preferido de los extranjeros y es considerado entre los principales destinos turísticos del país, sus playas están en los rankings de las más bellas del mundo y las ruinas que tienen su nombre, recibieron en 2012 más de dos millones de visitas.