La Civilización Maya, tuvo presencia en Belice, Guatemala, Honduras, El Salvador y en cinco estados de México, con una forma de vida que hasta hoy sigue investigándose, cuestionándose. Es en Chiapas en donde construyeron grandes ciudades como Palenque, Yaxchilán, Chinkultic, Toniná y Bonampak.
Nunca había entendido tanto cómo hoy, lo que representa la Cultura Maya, la trascendencia. No era consciente del todo, pero, un viaje de veinte días por el estado de Chiapas, me sacudió como remolino el encuentro con las raíces, la identidad, la majestuosidad. Bonampak está al sureste entre la gran Selva Lacandona, a unos 30 y 40 kilómetros de la frontera entre Chiapas y Guatemala, con pinturas rupestres que fueron edificadas en el año 580 y 800 de nuestra era, y que hacen honor a su nombre: “Muros pintados”.
Se trata de todo un complejo arqueológico perteneciente al periodo Clásico Maya, se piensa que esta ciudad fue abandonada cerca del año 800 de nuestra era y descubierta en la década de los años cuarenta del Siglo XX. Hoy Bonampak es como una postal viva para ser admirada y recorrida, pisada y fotografiada.
Tras 20 minutos de caminata una vez dentro del centro ceremonial, el calor se queda atrás y por la solemnidad de la Gran Plaza, es inevitable hacer una pausa y una respiración profunda, su inmensidad en una sola imagen. ¿Los mayas construyeron esto?
No quise avanzar, me detuve tratando de imaginar el gran espacio nativo, entre un hábitat privilegiado esplendoroso; imaginando a seres humanos en una pirámide, en otra, trabajando en equipo, ayudándose, hablando en silencio, niños jugando, a una ciudad; me pregunté: ¿Cómo funcionaba esta ciudad? ¿Qué sucedió aquí? ¿Esto son ruinas? ¿Cómo habrá sido en su momento de esplendor?
Me encontraba en una excursión, descubriendo escenarios escondidos entre la vegetación, entre un aire fresco de una de las selvas más grandes y enigmáticas del continente americano; el aire puro entra y recorre los pulmones, se inhala y se exhala la historia maya como parte de la historia de México.
Desde abajo no dimensionada la altura de las edificaciones, ni del tamaño de los escalones que hay que vencer para llegar a la acrópolis; escalón por escalón, con el sol dando energía y el aire dotando de fuerza, subes sin evitar ver dónde pisas; mi pie no siempre tenía el suficiente espacio, debía incluso usar mis manos sobre otros escalones. Eran pequeños; se cree que los hombres y mujeres apenas rebasaban el 1.50 metros de altura.
Tomé la parte inferior de mi camiseta para secarme el sudor, más dudas: ¿Qué nos quieren decir? ¿Cómo traducir todo lo que hoy sabemos de los Mayas? ¿Cómo pudieron crear una ciudad tan armoniosa y embonada a la naturaleza? ¿A la selva? ¿Cómo fueron tan inteligentes?
Al sentimiento de la curiosidad por la ciudad, le siguió un estremecimiento de alegría por poder estar en tal majestuoso lugar, en ese momento, una sonrisa natural salió del corazón que fue producto de la satisfacción por pisar y vivir Bonampak. Personalmente Chiapas era, un estado que deseaba conocer.
En ese caminar para descubrir más de este sitio, encontraba rutas cerradas que alimentaban la curiosidad, me hacían pensar que existía por allí secretos, quizá alguna leyenda; zonas en las que las excavaciones eran evidentes, se sigue trabajando en encontrar respuestas, en revelar más de lo que hasta hoy se conoce.
El esfuerzo físico me daba irónicamente energía para subir más, mi curiosidad le había ganado al sol y al cansancio de trepar tantos peldaños, así que me dirigí hasta la Acrópolis; llegué.
Son tres habitaciones de pinturas que se encuentran en la cima de Bonampak; a primera vista me sorprendió lo bien conservadas, es decir, la pintura si carecía de espacios de color visiblemente dañado por el paso de los años, pero en lo general, no reflejaban tener cerca de mil cuatrocientos años de vida. Se miran sus colores, líneas definidas, figuras, mensajes.
Resaltaba un azul claro, ciertos rasgos característicos: una procesión sacerdotal, una escena de guerra en donde a los prisioneros les son arrancadas las uñas de los dedos de las manos y una ceremonia donde hombres bailan con mascaras a una familia gobernante.
Esas pinturas documentan los hechos y costumbres de una ciudad con más de tres mil años de historia, la Cultura Maya, sin duda una de las culturas mesoamericanas más importantes que ha dejado un Patrimonio Cultural Universal, un legado aún investigado para el mundo científico y astronómico que para el de los simples mortales como yo, que sólo nos queda admirar su grandeza y tratar de comprender su complejidad histórica.
Bonampak habla por si sólo de lo que fueron los Mayas, definido por grandes investigadores como un medio histórico que a través de sus escalones, murales, paredes y piedras ofrece un recurso aún en descubrimiento en la comprensión de la sociedad prehispánica.
Me gusto leerte. Por un momento estaba acompañándote en tu aventura. saludos Arlene. ¡Continua con mil historias mas!