Erase una vez, hace más de 800 años, en la región de Provenza, al sur de Francia, el joven pastor Benezet, pequeño benedicto en lengua provenzal, vio un ángel que le indicó que debía construir un puente en el río Ródano, en la ciudad de Avignon. Benezet no sabía dónde estaba este lugar y el ángel fue transformado en hombre para mostrarle dónde debía construir el puente. Al otro lado del río, el hombre desapareció y Benezet siguió su rastro cruzando en barco para cumplir sus órdenes. Al dirigirse a las autoridades, nadie le creyó. Benezet decidió transportar una enorme piedra y la arrojó al río diciendo que sería la primera piedra del puente. Era un milagro, aquella piedra era humanamente imposible de levantar y, según la leyenda, el puente se inició con la ayuda de Dios. Las autoridades le dieron dinero para ejecutar su misión. Benezet muere a los 19 años, un año antes de la culminación de su obra. Así, en 1185, se erige un primer puente hecho de madera, con 900 metros de largo y 22 arcos que se sumó a una capilla de piedra donde se enterró a San Benezet.
Según las leyendas populares, todos los puentes de Francia en la Edad Media fueron construidos con ayuda de Satanás o de Dios. El puente de Avignon no escapa de estos designios religiosos, con la diferencia que se hizo famoso por ser fuente de inspiración para una canción y los otros no. Originalmente el puente cruzaba completamente el Ródano, río que nace en Suiza y se abre camino por más de 800 kilómetros. Este caudal de aguas siempre ha sido una frontera, primero entre Francia y el Imperio Germánico y después entre Francia y Avignon, cuando fue propiedad del Papa. Hoy en día, el Ródano es la frontera entre los departamentos de Gard y Vaucluse y las regiones de Languedoc Roussillon y Provence.
A lo largo de estos ochocientos años de vida, el puente ha sido arrasado por inundaciones y crecidas del río.
En 1226, fue derribado por el rey de Francia descargando su ira contra Avignon que no le pertenecía, arrasó con cientos de casas, destruyó las murallas y el puente desde Villeneuve d’ Avignon hasta la capilla de San Benezet, irónicamente no quería profanar un lugar sagrado. Para resistir el paso de los años, entre los siglos XIII y XIV, el puente se construyó en piedra, se hizo más alto para no ser afectado por las crecidas del río y se construyó una capilla en honor a San Nicolás, patrón de los marineros.
Dos siglos más tarde, fue nuevamente devastado por las constantes inundaciones, haciendo desaparecer poco a poco los arcos. El puente cruzaba el primer brazo del río, la isla de la Barthelasse, que es la isla fluvial francesa más grande con 15 kilómetros de largo, el segundo brazo del río y llegaba al pie de la torre de Felipe el Hermoso. Hoy solo se pueden ver cuatro arcos de los veintidós construidos en un principio y la pequeña capilla en honor a San Benezet, aunque sus restos no se guardan allí porque están repartidos en tres lugares diferentes, parte del brazo se encuentra en la catedral, la cabeza en la iglesia San Didier y el resto del cuerpo en el Convento de los Celestinos.
El puente de Avignon es un sobreviviente a la naturaleza, a las guerras, a las tragedias. Es testigo de historias y tradiciones de Avignon. Es un camino inconcluso en mitad del Ródano, por su espíritu alegre, fuerte y que no se doblega fácilmente, inspiró una canción hace más de 500 años Sous le Pont d’Avignon para bailar y beber “debajo” del puente, cuando éste atravesaba la isla de la Barthelasse. Fue hace 100 años, en la versión popularizada por Adolph Adam, que nos invitan a bailar Sur le Pont d’Avignon.
Bellisima historia y relato
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