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jueves, diciembre 12, 2024
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10 datos curiosos sobre China

Siempre que viajo a cualquier destino, lo hago por las expectativas que he creado en mi mente del lugar. Investigar, leer y preguntar a quienes ya han ido, alimenta más mi deseo de comprobar si todo eso es verdad. Casi siempre, descubro que no es así y también, casi siempre me encuentro con detalles que no podría haber imaginado. China está llena de contrastes, al menos ante mis ojos.

En algunos viajes mis expectativas han sido superiores a la realidad y en otros, la realidad me ha enseñado tolerancia, aprendizaje y respeto por lo distinto. China fue un choque cultural continuo, la mayoría de mis modales como occidental o mexicana, no tenían cabida en el país más poblado del planeta donde sus habitantes luchan todos los días por su espacio.  ¿Por qué les digo esto?

10 datos curiosos sobre China
China es el país más poblado del mundo y una de las comunidades más antiguas del planeta. Foto: Nina Pizá

10 datos curiosos sobre China

  1. No ceden el paso o lugar a nadie.  Fue la primera diferencia que noté al tratar de entrar al elevador del aeropuerto de Shanghai. Estaba formada con mi maleta para subirme al elevador y tan pronto se abrió la puerta, nadie respetó “el orden” que yo evidentemente obvié existiría; empezaron los empujones y en un segundo el ascensor estaba a su máxima capacidad, no cabía ningún alfiler y, aún así, los de afuera insistían en que entrara uno más. Comprobé que la costumbre de algunos países occidentales donde los hombres dejan pasar primero a las mujeres o existe el “uno y uno” en cuanto a cruzar una puerta, calle o lugar, no era una costumbre aplicable en China. Entra, pasa y se sienta quien llegue primero, punto.
  1. Intercambian tarjetas de presentación con ambas manos. Mientras comíamos en el hotel de Lhasa en Tíbet, el gerente muy amable se acercó a nuestra mesa para preguntarnos sobre la calidad del servicio que estábamos recibiendo. Intercambiamos algunos puntos de vista, prácticamente para felicitarlo y agradecerle su atención, cuando veo que mete su mano al pantalón y saca una tarjeta de presentación, la entrega sosteniéndola con las dos manos y termina haciendo una pequeña reverencia. Mi novio la recibe y hace lo mismo: saca su tarjeta de presentación y se la entrega. Cuando se viaja, nada más certero que seguir el viejo y conocido refrán “A donde fueres, haz lo que vieres”.
  1. Escupen en la calle. Ya había escuchado acerca de esta costumbre, pero nada como vivirlo para conocer el alcance y el impacto de tan arraigada práctica china. En algunos países quienes escupen en la calle, son vistos como sucios o mal educados y, por lo general son hombres, en China, esto no es sinónimo de suciedad ni se asocia a la  buena o mala educación. No sólo es común, no hay distingo y todos lo hacen por igual: hombres, mujeres, niños y ancianos. Al principio me sorprendió el que cualquiera escupía, pero después de algunos días me empecé a acostumbrar y sólo me quedaba estar atenta a ese ruido de gorgoreo que siempre antecede a un escupitajo, porque tampoco avisan.
  1. Eructan en público. Nuevamente en el aeropuerto de Shanghai haciendo fila para documentar y tomar el vuelo de regreso a México, veo a una chica veinteañera eructar desde lo más profundo de su ser, emitiendo tremendo sonido gutural que sólo abrí los ojos tan grande como pude y volteé a mi alrededor para ver la reacción de quienes me rodeaban (la mayoría chinos). La sorpresa fue que la única sorprendida fui yo porque a nadie pareció importarle. Las necesidades orgánicas del cuerpo humano como ésta, las realizan en lugares públicos sin disculparse ante los presentes y sin taparse la boca. Nadie lo ve mal, así que, en China uno puede sentirse libre de eructar  a los cuatro vientos.
En una misma calle te puedes encontrar a una chica que eructe, un señor que escupa y un niño orinando. Foto: Nina Pizá
En una misma calle te puedes encontrar a una chica eructando, a un señor que escupa y a un niño orinando. Foto: Nina Pizá
  1. Hacen del baño en espacios públicos. Una amiga que había viajado un año antes a China ya me lo había contado, pero siendo sincera me pareció increíble creerlo y no dejaba de pensar en los riesgos sanitarios que esto representa para la población y para lo urbano que uno piensa es el país asiático. Al llegar a Shigatse, una ciudad a unos 300 kilómetros de Lhasa en Tibet, veo a un niño de unos tres años que caminaba de la mano de su mamá detenerse y después agacharse en cuchillas sobre un canal que estaba al costado de la calle y, sin más, hacer lo propio, defecar… al aire libre, en el espacio abierto, públicamente. Recordé lo impactada que había quedado mi amiga cuando lo vio la primera vez, yo estaba igual.
  1. No dicen “salud” al estornudar. A lo largo del viaje, poco a poco iba digiriendo las diferencias en los modales. Como viajé en invierno, era normal que los cambios de temperatura me hicieran estornudar muy seguido. Al principio esperaba un “salud” de respuesta, pero rápido comprendí que no tenía caso porque en China no es una costumbre ni tampoco una normal social como lo es en México, por ejemplo. Incluso se puede llegar a ver algunas personas que ante la falta de una servilleta con qué limpiarse la nariz,  se suenan y utilizan la mano para aventar la mucosidad lejos de sí. Posteriormente se limpiarán la mano en el pantalón…
  1. Fuman en lugares públicos y cerrados.  En México cada vez más los no fumadores ganamos terreno ante los fumadores, en muchos lugares públicos y privados está prohibido hacerlo por salud pública, así que ya se me había olvidado qué se siente entrar a un restaurante o subirse a un automóvil y tener como olor ambiental el humo del cigarro. En el primer día que nuestro guía fue por nosotros al hotel en Beijing, lo primero que notamos al subirnos al coche era el fuerte olor a tabaco. Era nauseabundo, tuvimos que hablar con Coli, el guía y pedirle nos ayudara convencer al chófer para que no fumara dentro del coche, afortunadamente pudimos gozar el viaje sin mayor problema.
  1. No hay “snacks” entre comidas. Me declaro dulcera cien por ciento y confieso que acostumbro comer algunos snacks entre comidas para mantenerme activa todo el día. Sin embargo, en China me costó dejar de lado los antojos. Su dieta además de sana, no contempla ni chocolates, ni semillitas o papitas, como en la mía. Cuando decidimos ir de Lhasa a Shigatse en Tibet, sabíamos que sería un largo camino de carretera, al menos nueve horas, a pesar que la distancia era relativamente corta (alrededor de 300 kilómetros) pero, a las dos horas “ya hacía hambre”, nos había llegado el antojo de masticar algo. Le pregunto a Toshy, nuestro guía, si había traído algunos snacks para el viaje. Cuál fue mi asombro, me responde muy quitado de la pena, que no, «aquí no acostumbramos eso». Me quise morir porque ni agua, fruta o algo llevábamos para entretenernos. Terminé encontrando una pequeña tienda en le pude dar gusto a mi estómago con unas papas fritas… sabor pepino, las más malas que he probado.
  1. Café vs té. El té es la bebida nacional, pero cuando se tiene la costumbre de beber café, es difícil olvidar el sabor, sobre todo por las mañanas. Cada vez que caminábamos por algún barrio trendy como la Zona de Arte 798 en Beijing, aprovechamos para buscar y para tomar un buen café, que no es común ni frecuente. Pero eso sí, no se puede dejar de conocer las casas de té que se encuentran por las diferentes ciudades y descubrir las diferentes variedades y propiedades de esta bebida oriental que forma parte de su cultura, como el delicioso té de Jazmín, de sabor suave y aroma floral… aunque regresé a mi tierra y retomé mi café matutino.
  1. Wifi restringido. Nunca viajo al extranjero con planes de teléfono internacional que incluyan internet, sigo queriendo creer que uno de los beneficios de la globalización es que, cada vez más lugares públicos cuenta con internet gratuito wifi. Me equivoqué respecto a China. Ni los aeropuertos principales de Shanghai, Beijing o Lhasa cuentan con internet, pero me sentí aliviada de llevar toda mi documentación de viaje, entre reservaciones y direcciones de hoteles impreso en papel, porque de haberme confiado hubiera estado en aprietos, ya que vale la pena mencionar que el “chinenglish” puede ser dificil de comprender.
Nina Pizá
Tijuanense, comunicóloga, periodista y viajera. Inquieta por descubrir el mundo para ver y conocer, cómo viven y piensan en el otro lado del planeta. La curiosidad y el miedo a la rutina, es la motivación que la impulsa a viajar y escribir.
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3 COMENTARIOS

  1. Vale mencionar quiza masticar con la boca abierta, incluso hablar mientras comen. Me tope con varios chinos y coreanos cuando viví en Toronto que era de lo mas normal para ellos, muy diferente a nosotros. Al final, termine comprendiendo que es parte de su cultura y no que fueran maleducados…
    En fin, curiosidades orientales.

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