Durante la pandemia, ignorábamos cómo iba a ser en 2020 las celebraciones del Día del Orgullo Gay. Pero seguros estábamos que no alcanzarían el esplendor que merecen. Y menos aún en una fecha tan remarcada como es la conmemoración del 50 aniversario del desfile originario que tuvo lugar en Nueva York en 1970.
Un desfile mucho más contenido que los que se han venido celebrando en muchas ciudades del mundo en los últimos años.
Actualmente, el día del Orgullo Gay es una mezcla de reivindicación, espectáculo, patrocinios y postureo. Todo ello imprescindible para que tenga una presencia considerable y necesaria en los medios de comunicación, ocupando unos minutos de telediario y acaloradas discusiones en tertulias televisivas, quintaesencia de esos mismos ingredientes: protesta, show, business y postureo, mucho postureo donde tiene cabida lo rancio y lo escandaloso.
Es decir como en cualquiera de las carrozas del desfile, aunque con mucha menos diversión.
Pero no hablemos del día del Orgullo Gay de 2020, sino de sus orígenes. Y para eso hay que trasladarse hasta Nueva York a junio de 1970. O mejor aún, un año antes. A un bar de Nueva York que dio inicio del Desfile de Orgullo Gay.
Érase un bar del West Village de Nueva York
En 1969 los gays y lesbianas de Estados Unidos no eran ciudadanos de primera. Así de sencillo. Era muy probable que fueran despedidos de su trabajo si se descubría su condición sexual. O se podía llegar al extremo de que su sexualidad se catalogara como enfermedad mental. Salvo en Illinois, en el resto de estados eran casi proscritos.
Incluso tenían que beber y bailar en bares clandestinos.
Uno de esos locales era el Stonewall Inn en el Greenwich Village de Manhattan. Un bar que había adquirido la mafia que no le hacía ascos al dinero, viniera de donde viniera, y que procuraba sobornar a quién correspondiera para hacer negocio con la numerosa población homosexual de la Gran Manzana.
Sin embargo, la noche del viernes 28 de junio aquellos sobornos no fueron efectivos, y una redada policial se presentó en el local.
El Stonewall estaba en plena efervescencia, más o menos era la 1 de la madrugada, y el ambiente era inmejorable. Así que al par de centenares de personas que disfrutaban de unos tragos y de la música no les sentó nada bien semejante acoso. Y de una manera espontánea decidieron enfrentarse a los pocos agentes que les habían aguado la fiesta.
Los acosadores acosados
Aquella gente con tantas ganas de divertirse como frustración contenida se vio forzada a desalojar el local. Les habían fastidiado la noche, les habían sacado de malas maneras del bar y les tenían en Christopher Street para ficharles.
Pero de pronto y de forma totalmente espontánea, saltó una chispa, un grito, un gesto y la situación cambió radicalmente. En un instante comenzaron atosigar a los agentes. Les chillaban, les empujaban, les lanzaban monedas, botellas y cualquier cosa digna de ser arrojada.
Los de uniforme estaban en minoría, e impotentes ante toda esa rabia, tuvieron que guarecerse en el interior del bar de copas y pedir refuerzos. No tardaron en llegar nuevas patrullas, y tras golpes y detenciones sofocaron los disturbios de aquella noche. Pero para entonces, ya alguien había escrito en una pared: Tomorrow night Stonewall.
Las noches siguientes de Nueva York y el Gay Power
Ese “Mañana por la noche en Stonewall” se prolongó varias madrugadas. Hasta la del miércoles hubo una secuencia de enfrentamientos, dominados por el grito de “Gay Power!”. Y el resultado fue que tras aquellas noches comenzó a organizarse el movimiento homosexual en Nueva York. De ahí surgió el GLF (Frente de Liberación Gay) y luego vendrían otros. E incluso crearon un periódico cuyo nombre lo dice todo Come Out!.
Y la guinda a todo ese movimiento fue conmemorar el aniversario de los acontecimientos nocturnos del Stonewall Inn. Se convocó el Día de la Liberación en Christopher Street, y desde Greenwich Village se marchó hasta Central Park.
¿Cuánta gente? Como suelen ocurrir en este tipo de cosas, los números son dispares y varían según quien lo cuente. Para los organizadores fueron 15.000 almas y para la policía solo 3.000 manifestantes.
50 años más tarde del primer Desfile del Orgullo Gay
Fueran más o menos, el hecho es que aquella marcha era bien distinta a nuestra visión actual del Día del Orgullo. Fue absolutamente reivindicativa.
Había música y cánticos, pero de queja, lucha y furia. Sus ecos no tardaron en extenderse a otros lugares del país, y un par de años después desembarcaban en Londres, el primer lugar europeo donde se hizo una marcha semejante.
Ahora los numerosos desfiles del Orgullo Gay que han en tantas ciudades del mundo también son reivindicativos, pero se han convertido en fenómenos festivos, muy populares e incluso turísticos.
Sin embargo, no hay que olvidar que todo empezó en un garito clandestino de Nueva York. Un establecimiento para el que Obama promovió en 2016 su declaración como Monumento Nacional, uno de los pocos que tiene tal catalogación en Manhattan.
Toda una invitación a reflexionar sobre como el paso de décadas, la apertura de mentes y la actuación de un presidente de los Estados Unidos consiguen que un bar clandestino origen de una revuelta popular se convierta en un monumento en homenaje la lucha por los derechos de los homosexuales.
Una lucha que ese colectivo mantiene viva 50 años después, teniendo en el Día del Orgullo Gay su versión más visible y festiva, aunque en este extraño 2020 no sepamos cómo se va a manifestar.
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