Aquí se concentran historias romanas, historias musulmanas e historias cristianas que en conjunto, se convierten en historias de España. Son capítulos de un libro tan complejo como antiguo, tan extenso como de períodos cortos y, sobre todo, un libro diversos, con mezclas e identidades que han forjado con el paso del tiempo lo que es hoy una región única. Tierra de acento peculiar, de comida con influencia árabe y de una arquitectura envidiable.
Córdoba pertenece a Andalucía, por sí sola representa una estampilla que la enriquecen ciudades como Sevilla, Málaga, Almería, Cádiz, Granada, Huelva y Jaén, juntas son el territorio más poblado y más al sur de España. Esta comunidad autónoma se encuentra a catorce kilómetros de Marruecos y vecina de Portugal.
El primer contacto visual
Cuando llegué y empecé a recorrer sus calles, algo de ella me trasladó a las ciudades coloniales de México, a las del centro del país; cómo no hacerlo después de la fuerte influencia que se tiene. Sin embargo, no identifiqué que en realidad lo que creía de origen español es en el fondo origen de otras culturas, de otras que han construido a la actual España y que también se tiene algo de ellas en México. ¡La migración de las culturas!
No por nada esta ciudad está llena de títulos de la Unesco que reconocen su arquitectura, sus costumbres y su pasado. Desde la increíble Mezquita Catedral, el centro histórico -el segundo más grande de España y de los más grandes de Europa-, su famosa fiesta de los Patios que decora precisamente patios y balcones para premiar al que más se esfuerce, hasta el reconocimiento de la cultura del Flamenco y de la rica Dieta Mediterránea como un patrimonio que envuelve al resto del territorio español.
Esta riqueza es resultado de años de pasado. Transformaciones y evoluciones de una capital en el tiempo de la república romana que, aunque hoy supera los 300 mil habitantes, llegaron a habitarla al menos un millón de personas hace diez siglos; lo que habla de las vidas que por aquí han pasado y las historias que aquí se han escrito. del nivel de fuerza en las tradiciones y la potencia que irradia su subsistencia y desarrollo. Desde su origen fue la ciudad más grande, culta y opulenta de todo el mundo en su momento, en actualidad posee un espacio urbano que aglomera edificios históricos.
La Mezquita-Catedral de Córdoba deja claro el nivel de capas de historia de la ciudad, al entrar entendí porque se trataba del edifico más importante de aquí, es imposible visitar esta entidad y no acercarse a este pedazo de tesoro que bien recuerdo la confusión que me causó. ¿Cuánto años han estado construyéndola? ¿Cuántas veces ha pasado de ser casa musulmán a ser casa cristiana? ¿Cuántas veces la han defendido? Es increíble saber que se trata de una edificación que fue mezquita, después iglesia católica y después volvió a ser mezquita; después iglesia católica y después volvió a ser mezquita, volvió a ser iglesia mezquita y volvió a ser iglesia católica. Esta construcción empezó con el primer ladrillo (por así decirlo) hace exactamente 1,229 años… son muchos años. Es además la más importante de todo el Occidente islámico y sinceramente, creo que ninguna fotografía le hace justicia.
La basílica, de planta rectangular fue compartida por los cristianos y musulmanes durante mucho tiempo. No había visto nada igual, entre un espacio para el culto musulmán y capillas para el culto cristiano que en conjunto y en un mismo espacio, terminaron compartiendo el mismo techo. Además de capillas hay un patio o sahn porticado, una sala de oración o haram, un espacio interior rodeado de columnas y arcos bicolores de gran efecto cromático y zonas que sinceramente me confundían aún más, aunque se tiene un pequeño museo con algunas explicaciones que ayudan toma tiempo digerir la novela completa.
Fue al recorrer las calles de la ciudad que poco a poco entendía más esa mezcla y más me atraía la cultura andaluza. Cuando salí de la Mezquita-Catedral me encontré en la antigua Judería, entre las calles Deanes, Manríquez, Tomás Conde, Judíos, Almanzor y Romero, el barrio judío de una época en la que convivían con tres culturas de forma pacífica y las interrogantes sobre hasta qué nivel existe esa tolerancia y cómo hicieron para mantenerla, por qué desapareció.
Llegué a la Calle de las flores y la del pañuelo, la Sinagoga y la Casa de Sefarad. Aquello no paraba en mezclas. Muy cerca el Alcázar de los Reyes Cristianos, el que fuera el alojamiento de los reyes en donde pasaron aquí casi una década y también sede de la Inquisición, hoy es un escenario para uniones matrimoniales.
LLegué sin saber cómo a la Plaza del Potro donde se halla la Posada del Potro mencionada en obras literarias como Don Quijote y La Feria de los Discretos. Tanto la posada como la plaza reciben su nombre de la fuente situada en el centro que representa a un potrillo.
Seguí por Capitulares y descubrí el Teatro romano que se encuentra bajo el Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba, pero si de Palacios me encontré con el Palacio de Viana o el de la Merced que también es un museo y tiene un jardín admirable, el Palacio del Duque de Medina Sidonia y el Palacio del Marqués de Benamejí entre otros.
Porque recorrer los alrededores del río es otra novela, por aquí llegaron los fenicios y griegos y hoy el río Guadalquivir es un ícono de aquellas relaciones comerciales que ayudaron a la difusión artística y al intercambio no sólo comercial sino cultural. Así pude ver esa gran muralla que rodeaba al centro histórico, tanto de día como de noche y entonces topé con la Puerta de Almodóvar, también está la Puerta de Sevilla y la Puerta del Puente, que son las tres únicas que se conservan de las trece que tuvo la ciudad.
Como si no fuera suficiente a las afueras de la ciudad se encuentra el conjunto arqueológico de la ciudad de Medina Azahara, en árabe مدينة الزهراء , que constituye junto con la Alhambra de Granada la cumbre de la arquitectura hispanomusulmana. ¿Qué es esto? Me dije justo al verla de frente. Es un espacio con la huella de lo que fue un intento de levantar una nueva ciudad y terminó en ruinas y que hoy es una muestra de la España musulmana.
Pero no puedo negar que lo que más placer me causó al conocer y recorrer y perderme en Córdoba fue la gastronomía. No soy difícil cuando de probar se trata, Andalucía tiene unos sabores que son verdaderos seductores, la oferta cordobesa se nutre del campo y de la sierra y del sur con su aceite de oliva, así en conjunto es una cocina de guisados y estofados que personalmente me encantaron. Aquí la comida también tiene influenza musulmana, por ello el orégano y el estragón, además del arroz y la berenjena. Un ejemplo y que me resultó el más rico descubrimiento fue el salmorejo, pero también están los flamenquines, el rabo de toro, las naranjas picadas y como postre el pastel cordobés, una masa de hojaldre rellena de cidra confitada llamada «cabello de ángel». No podría quedar más enamorada de tanto hallazgo.
Córdoba es un libro completo de historia, pero de esos libros gruesos y pesados que no se pueden leer en un día, ni en una semana. Es un libro para hojearlo despacio y respirarlo; trasladarse y no dejar escapar los pies de página que contextualizan esas leyendas, un libro ilustrado con mezquitas, grandes bibliotecas, zocos, jardines, museos, palacios, macetas y diversos estilos y de toda esa mezcolanza de civilizaciones. Esa vida histórica la ha dado su gente, y esencia, una que se escucha con un acento distinto al resto del país y que te recibe con sus calor y acento regional. Córdoba son muchos capítulos que avanzan por siglos pero que aún, se siguen escribiendo.