Mariona es actriz y cantante, el rojo en su cabello expresa su intensa personalidad. Es una chica de amplia sonrisa y ojos verdes que resaltan con su tez blanca. Mariona es de Girona, es una catalana. Se expresa con cariño y picardía de su padre, habla de sus sobrinos con mucho cariño y cuando camina por la calle, saluda a los vecinos, a los meseros, a los amigos: siempre en catalán. Con una sonrisa, con voz baja y jovial… Fue ella quien me presentó a Girona o en catalán Gerona.
Allí creció, allí tiene la casa de sus padres y me presentó a una ciudad caminando, viendo de cerca lo que hay del otro lado de la vitrina que siempre se asoman con sorpresas gastronómicas; tiendas de marcas locales, internacionales, pequeños mercados con canastas de palma afuera atiborradas de fruta: naranjas, manzanas, peras, plátanos y kiwis; algunas veces, al final de esos callejones, de los escalones, detrás de la luz, se asoma la sonrisa de la gente que pasa, de la gente que camina y observa.
Como tic nervioso, continuamente al recorrer las calles, paraba al caminar, deteniéndome ante los paisajes de una ciudad limpia, pintoresca, agradable, con lindos árboles, casas a la orilla del lago, con escalones interminables, sombras por las calles, pasillos pequeños que parece guardar los pasillos. Recorrer esas calles angostas… es romántico, entretenido y cada paso tiene una historia.
La Catedral, sus escaleras, sus turistas; La Rambla de la Libertad como vialidad comercial principal que expone la cultura de la ciudad y el comercio; la Plaza Independencia, un espacio central histórico, rodeado de restaurantes, edificios casi idénticos que se distinguen por color; los cuatro ríos, Ter, Guell, Galligants y el principal, Oñar, que se manifiesta al atardecer con el reflejo de la ciudad en el agua; el Casco Antiguo con sus monumentos, calles pequeñas, largas y también curveadas, con callejones por un lado y por otro; la historia del cine en el Museo Cinema, con una de las colecciones más ricas de la historia del séptimo arte; la casa de noventa mil catalanes. Girona es una muestra de la comunidad autónoma de Cataluña.
Durante el recorrido de Girona, al cruzar un arco, giré a la derecha y vi la Muralla. Recordé que tenía al menos diez minutos subiendo, subiendo ligeramente; recordé que había una Muralla en esta ciudad, la Muralla que un día antes Mariona decidió dejar para el final. No sólo me dio el tic de parar repentinamente, también respiré, miré a Girona con ojos de reclamo y ella sonrió, mostrando su satisfacción de ver mi asombro ante la Muralla.
El Paseo de la Muralla fue una muralla que hoy está rodeada de urbanidad, con jardines repletos de árboles llenos de color, ansiosos por el verano; una muralla que hoy es cómplice de los susurros de la gente que camina mientras acude por el pan, como pretexto para el café, o por la tarde, para acompañar la comida; la muralla forma parte de los rincones donde los niños juegan, gritan, se carcajean en amplias áreas verdes; donde las parejas salen a dar un paseo, a conversar, y a contemplar; donde los turistas toman fotografías, mientras los residentes se encuentran sentados en alguna de las bancas, mirando, saludando.
La muralla es una fortificación que habla de una defensa por Girona, la defendieron desde el 77 a. C. , pero hoy en día, las torres de la Muralla de Girona, pasaron de vigilar a ser admiradas, de proteger a ser contempladas; el registro de una huella romana que encierra la personalidad, la fisonomía y estructura de una ciudad española con con dolor honorable y sensibles raíces.
Una maqueta rodeada de un muro, de paredes gigantes. Una estructura intimidante que se impone, divide, aleja, concentra, secciona, protege, resguarda y defiende. Muralla que respira después de siglos y siglos, con un dolor que refiere honorabilidad, con cimientos sensibles y dura al tacto; con un valor comunitario que identifica y que une.
Entendí la personalidad de Mariona: alegre y sencilla, pasional e intensa; es reservada, pero abierta al saber que sólo quieres conocerla; cuida las formas pero no las limita, las integra; su conversación tiene historia detrás, al igual que su origen. Es fuerte pero sensible al dolor, a la alegría, al sentir ajeno; con sonrisa grande, grande como su Girona.