¡Recordar es no olvidar! Lo tenían claro las culturas prehispánicas del antiguo México que hicieron de la muerte, una fiesta. Para los mexicanos, el Día de Muertos tiene un profundo significado dentro de su idiosincrasia: recordar a los que se fueron, a los que se adelantaron, como un diálogo con la otra vida, como un acto de convivencia, de comunicación trascendental y de memoria. Por ello, se vive como una fiesta, como una celebración de contacto entre los mundos, como un puente entre la vida y la muerte.
Los tradicionales Altares de Muertos que se realizan en México son una celebración de origen prehispánico, en el que la concepción de la muerte no se asociaba a una cuestión de premio (paraíso) o castigo (infierno), como sucede en el cristianismo. El hombre prehispánico concebía la muerte como un proceso más en un ciclo constante de vida y no como algo trágico. El Mictlán era un lugar reservado para los que morían por muerte natural sin importar su condición social. Una fecha con más de 3 mil años de historia que poco a poco se ha ido transformando pero que ha mantenido su propósito original: honrar a los difuntos.
La tradición dice que los festejos comienzan el 31 de octubre, cuando se pone una ofrenda en cada casa y llegan las ánimas de los niños –muertos chiquitos–. A la mañana siguiente, el 1 de noviembre, llegan las ánimas de los adultos, y el 2 de noviembre, después de la convivencia de vivos y muertos, se anuncia con 12 campanadas que los difuntos se van. Durante el primer día, los familiares del difunto limpian las tumbas de sus seres queridos en los cementerios, y las adornan con flores blancas para los niños y flores amarillas para los adultos, y se encienden copal (incienso americano) y velas para alumbrar su camino de llegada y de regreso. Dependiendo de la tradición de cada región mexicana, la ofrenda puede tener tres niveles que representan el cielo, el limbo y la tierra, o, en otros casos, siete niveles que corresponden a la simbología de los siete cielos aztecas que se deben de atravesar para llegar al Mictlán.
Pero no olvidemos que se trata de una fiesta, donde las familias conviven durante esta celebración, cocinan juntos, sirven y comen juntos ese platillo que le gustaba a quien recuerdan. En el México actual, es común que se escuche un Mariachi, un Trío o un Grupo Norteño en un cementerio, en la casa del vecino, la música y cada vez más diversos eventos se suman a la memoria y al recuerdo para establecer el puente entre la vida y la muerte, entre el presente y el pasado.
Día de Muertos, la fiesta para recordar a los difuntos. |Fotografías: Memoria Viva – Ruta de Altares
La Ruta de Altares en Barcelona
Esta tradición mexicana desde hace nueve años se vive también en Barcelona. Se trata de Memoria Viva, Ruta de Altares, una iniciativa que conecta a la comunidad mexicana de Barcelona con la población multicultural de la ciudad para celebrar juntos esta tradición, manteniendo viva la costumbre de ofrendar y recordar a los difuntos, incluso en el extranjero.
Si estás en Barcelona entre el 27 de octubre y el 6 de noviembre, puedes visitar los altares de la Ruta de Altares en Barcelona, con más de quince puntos en toda la ciudad. Una fiesta que se destaca por la creatividad y la multiculturalidad de quienes deciden montar un altar de muertos en las tierras de Gaudí y Picasso, entre bares, restaurantes, tiendas, asociaciones, escuelas, galerías y centros cívicos. Este año serán recordados personajes mexicanos como Pedro Infante, Emiliano Zapata, Juan Gabriel, pero también, cantantes internacionales como Prince y David Bowie; el escritor Roal Dah, el actor Gene Wilder y, por otro lado, altares que se convertirán en foros de expresión artística, con intervenciones de artistas internacionales, y donde también se fomenta la participación comunitaria para que sea el público quien colabore en el montaje de un altar colocando la fotografía de su difunto.
La fiesta del Día de Muertos la puedes vivir este 2016 en Barcelona y continuar con una tradición prehispánica.
Más información: Ruta de Altares en Barcelona
Octavio Paz decía: «Cualquier pretexto es bueno para irrumpir la marcha del tiempo…» Y el Día de Muertos lo es sin duda, pues, Paz decía también: «somos un pueblo ritual..» Y es como «paramos el tiempo» es estos días justo para pensar que los ausentes siguen presentes a través de ofrendas y festejos.
El fin de semana acudí a un gran desfile aquí en la Ciudad de México que mi memoria no registra, se hubiera hecho antes, pero que, como bien dices, trata el menos de celebrar a los «adelantados» Hoy vi, como en ningún año antes, un hervidero de niños y niñas disfrazados de calaveras y Lloronas por las calles prestos para asistir a la escuela para participar es festejos locales.
Estos días sirven de agasajo, de reposo, de fiesta en la que dos mundos se unen para brindar por la muerte, y por qué no, por la vida también…
Saludos¡¡¡