Sin conocerla en profundidad, la sensación que transmite Alicia es que esconde temperamento. Principalmente por su hazaña, aunque también porque de su estampa frágil y recogida –que lleva a pensar erróneamente que es la benjamina becaria del gremio de los moteros viajeros-, se trasluce una insinuación de todo lo contrario. En ocasiones las apariencias engañan: en el caso de Alicia Sornosa, menuda como es, iríamos más allá para hablar de cinismo provocador. Gran viajera, grande.
Para ponernos al día de sus gestas motorizadas, y a la vez presentar nuevos proyectos –esta chica no para-, Alicia impartió recientemente una conferencia en Barcelona a la que asistieron todo tipo de viajeros: ciclistas, mochileros, moteros como ella…y hasta un argentino que también había decidido lanzarse a la aventura global en motocicleta. Allí contó su gran viaje: La vuelta al mundo en moto, un viaje que arrancó en septiembre de 2011 sobre “Descubierta”, una BMW F650GS. Juntas visitaron Europa, África, Asia, Oceanía y América en ciento veinte mil kilómetros. Esto fue sólo la introducción.
En diciembre de 2013 regresó a América del Sur para recorrer el norte de Chile, la argentina Ruta 40 norte y visitar Bolivia, desde el Salar de Uyuni hasta el lago Titicaca, pasando por Tarija, Sucre o Los Yungas: desde Lima por la interminable costa hasta Chile de nuevo para, tres meses después, regresar a su natal España. Para el verano del 2014 planearía y realizaría “El viaje Euro-Asia: desde Barcelona a Japón, pasando por Francia, Alemania, Polonia, Letonia y Lituania. Desde Rusia y Kazajistán para llegar Mongolia y de nuevo por la Carretera Transiberiana, a la isla de Hokkaido en Japón”.
Coincido plenamente con ella en que su medio, la moto, es el ideal para viajar. Te otorga licencia de acceso a lugares imposibles para las cuatro ruedas, con unos buenos neumáticos no hay terreno que se te resista, “y a diferencia del viaje en bicicleta, si estás enfermo puedes conducir ni que sea a duras penas hasta el pueblo más cercano”, señala Alicia.
La moto además le ha servido para ser recibida casi como una heroína en ciertos lugares en los que no están acostumbrados a ver personas con estos vehículos cargados hasta arriba, y mucho menos a una mujer…sola. Como sucedió en una aldea africana, donde el jefe de la tribu le ofreció toallas húmedas en una bandeja para que se refrescase nada más bajar de su montura. Ya lo apuntó Ted Simon en su libro Los viajes de Júpiter (Interfolio, 2009): “el largo, duro y solitario viaje en moto causa un tipo de respeto diferente al que te ve llegar de esa manera”.
Sentada delante de un ordenador en un pequeño foro cultural en el Barrio del Raval, Alicia reconoce que estar demasiado tiempo en su tierra le genera claustrofobia y desubicación, de ahí que no pare de maquinar nuevas rutas, nuevos viajes en moto. Todos con un hilo narrativo, un motivo, un porqué.
Ahora intenta que alguien le preste atención, cadenas de televisión principalmente, porque el material audiovisual que ha traído consigo de sus viajes es considerable, porque el personaje televisivo (una motera aventurera) sería de lo más variopinto y original que se recuerde en décadas, y porque Alicia no para, tiene empuje, iniciativa y ganas de seguir a la suyo con lo suyo. Viajar en moto y reportarlo.
Antes de lanzarse a dar la vuelta tuvo que hacer un curso acelerado de off-road (conducción de motocicletas sobre terrenos difíciles) porque nadie sabía, ni ella misma imaginaba, qué carreteras pisaría ni cómo se desenvolvería transitándolas. Superó la primera prueba, el aprendizaje, pero sobre todo pasó con nota la segunda, la más importante, la que ha ido a parar a las hemerotecas: ser la primera mujer española que da la vuelta al mundo en motocicleta.
Ahora sigue planeando el próximo destino, abriendo nuevos caminos a los moto-viajeros, preparando lo que será su primer libro y demostrando que siendo mujer también puedes viajar en moto sola.
